Fundamento y Propósito del Protocolo Celestial de Protección y Restauración Espiritual
El Protocolo Celestial de Protección y Restauración Espiritual es una estructura de alta frecuencia luminosa diseñada bajo los principios de la Cábala práctica y la radiestesia cabalística avanzada. Su particularidad reside en que está compuesto y codificado mediante el lenguaje de Metatrón, también conocido como el lenguaje celestial o alfabeto de los ángeles, un sistema sagrado de escritura atribuido al gran escriba divino que actúa como canal directo entre los planos superiores y la conciencia humana.
Este lenguaje no es simbólico en el sentido convencional, sino vibracional y geométrico. Cada trazo, cada forma y cada configuración del alfabeto celestial emite una frecuencia específica que activa las esferas superiores del Árbol de la Vida. Por esta razón, este protocolo no solo comunica un mensaje espiritual, sino que transmite una energía viva, capaz de resonar profundamente en los niveles sutiles del campo áurico y del alma.
Su aplicación mediante el péndulo hebreo permite acceder a planos donde la palabra humana ya no alcanza, produciendo una reestructuración integral del orden espiritual y energético.
El uso de los Nombres Divinos y de las energías arcangélicas dentro del lenguaje celestial tiene como propósito establecer una alianza vibracional entre el terapeuta, el consultante y las jerarquías de la Luz. Cada nombre inscrito o activado se convierte en un sello energético que convoca la presencia de la conciencia divina para ejecutar funciones específicas: protección, purificación, sanación, revelación, restauración o sellado final del proceso.
Trabajar con este protocolo es, por tanto, una forma de invocar la inteligencia de la Luz a través de un código sagrado que trasciende el lenguaje humano.
Los nombres de Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Metatrón, Raziel, Sandalfón, Shaddai, Elohim y el Tetragrámaton fueron seleccionados no solo por su relevancia espiritual, sino también por la precisión geométrica de sus trazos en el lenguaje celestial, que permite una transmisión pura y directa de energía entre el plano divino y el campo electromagnético del ser humano.






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