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Los Contratos Álmicos:

1. Introducción

A lo largo de la historia, distintas tradiciones espirituales han hablado de pactos, votos o compromisos que el alma asume en diferentes etapas de su existencia. En el lenguaje místico actual, estos compromisos se conocen como contratos álmicos. Se trata de acuerdos invisibles que permanecen grabados en la memoria espiritual del ser, influyendo silenciosamente en su vida presente.

Aunque no son visibles ni tangibles, sus efectos son profundos y contundentes: pueden condicionar pensamientos, emociones, relaciones, decisiones y hasta el destino mismo. Lo más complejo es que la mayoría de las veces la persona no tiene conciencia de haberlos establecido. Son pactos que viajan con el alma, atravesando encarnaciones, linajes y dimensiones, repitiéndose como patrones de sufrimiento hasta que son reconocidos y disueltos.

2. Origen de los contratos álmicos

Un contrato álmico puede originarse en múltiples circunstancias:

En vidas pasadas, cuando el alma hizo juramentos de obediencia, pobreza, sufrimiento o esclavitud.

En momentos de trauma profundo, donde la persona entregó parte de sí para sobrevivir o proteger a otros.

En linajes familiares, cuando un ancestro se sometió a un pacto y la energía de ese compromiso se transmitió como herencia.

En entornos colectivos, donde pueblos enteros hicieron votos que marcaron a generaciones.

En planos invisibles o multidimensionales, donde fuerzas externas aprovecharon la vulnerabilidad del alma para establecer contratos de manipulación y control.

El alma, en su búsqueda de aprendizaje o protección, muchas veces aceptó estos compromisos, sin prever que con el tiempo se convertirían en ataduras que le robarían libertad y plenitud.

3. Tipologías de contratos álmicos

Los contratos no son todos iguales. Se pueden clasificar según su naturaleza y el ámbito en el que actúan:

3.1 Contratos personales

Son aquellos que el alma asumió de manera individual, como votos de castidad, pobreza, silencio, obediencia o sufrimiento. Estos compromisos, aunque nacieron de una intención espiritual o de necesidad, se convierten en grilletes que limitan el presente.

3.2 Contratos transgeneracionales

Se transmiten por herencia familiar. Un ancestro que prometió fidelidad a una fuerza, entregó su linaje a una causa o hizo votos de sacrificio, legó esas cadenas a sus descendientes. De ahí que muchas veces hijos y nietos repitan patrones de dolor sin comprender su origen.

3.3 Contratos colectivos

Son acuerdos que afectan a grupos, pueblos o naciones enteras. Ejemplos de esto son los pactos de obediencia a sistemas opresivos, a religiones que exigieron entrega absoluta, o a comunidades que firmaron compromisos energéticos en nombre de todos sus miembros.

3.4 Contratos de esclavitud espiritual

Son los más peligrosos, pues implican la entrega de energía vital a entidades, ideologías o sistemas de poder. En estos casos, el alma pierde parte de su esencia, quedando sometida a mandatos que bloquean su evolución y su capacidad de decidir libremente.

4. Consecuencias de los contratos álmicos

El peso de estos acuerdos se refleja en múltiples áreas de la vida. Algunos de los síntomas más frecuentes son:

Ciclos repetitivos: la persona vive los mismos fracasos, enfermedades o pérdidas una y otra vez, como si estuviera atrapada en un guion que no puede cambiar.

Bloqueos existenciales: dificultades constantes para avanzar, tomar decisiones o concretar proyectos de vida.

Enfermedades heredadas: dolencias que se transmiten de generación en generación, reflejando pactos familiares inconscientes.

Dependencias emocionales: incapacidad de soltar relaciones dañinas o de romper vínculos que solo generan dolor.

Sensación de esclavitud interior: miedo, falta de libertad, vacío existencial o sensación de estar atrapado en una vida que no corresponde al verdadero ser.

Pobreza o escasez crónica: consecuencias de votos de renuncia, sacrificio o sufrimiento.

Opresión espiritual: dificultad para conectar con la plenitud, la paz o la esencia más elevada del alma.

5. El carácter inconsciente de los contratos

Lo más complejo de los contratos álmicos es que se firman en planos no conscientes. El alma puede haber hecho un juramento en medio de un trauma, una ceremonia o un pacto ancestral, y en la vida presente la persona no recuerda nada. Sin embargo, el contrato sigue vigente y actúa como una programación energética que domina desde el fondo de la memoria espiritual.

Esto explica por qué muchas personas, aun con voluntad y esfuerzo, no logran superar ciertos bloqueos: no se trata de falta de capacidad, sino de cadenas invisibles que operan en niveles más profundos de la conciencia.

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